Cuando contemplamos este Rolls Royce Phantom Jonkheere de 1925, surge un cierto estremecimiento. Su imagen desprende un especial dramatismo. Una longitud imponente, sus curvas amenazantes, hacen que los más espectaculares automóviles de antes de la II Guerra Mundial se vean insignificantes. Incluso se sitúa al margen de sus hermanos de marca de la época. Si tuviéramos que elegir un modelo de la casa británica que se situara de forma radical fuera de las normas, este “Round Door Rolls” sería sin duda un claro candidato. El encargo de Anne DodgeTodo inicia con Anna Thompson Dodge, en efecto, esposa de Horace Elgin Dodge Sr. Los hermanos Dodge, John y Horace, fundadores de la marca Dodge, murieron jóvenes, con pocos meses de diferencia, en 1920. Los hermanos dejaron una inmensa fortuna a sus viudas, fortuna que creció hasta el punto que en 1924 alcanzaba los dos mil millones de dólares al cambio actual. No hay duda que Anne Dodge no tendría mucho problema en encargar, en 1925, a la fábrica Rolls, un New Phantom, como se denominaba en la época antes de tener sucesores y denominarle Phantom I. En esta época, el fabricante británico vendía chasis desnudos para que sus afortunados propietarios pudieran encargar carrocerías a su gusto, a diferentes firmas especializadas. En el caso de nuestro protagonista, este encargo sería para la prestigiosa firma Hooper, con la orden de vestir el chasis con una espectacular carrocería tipo convertible. El encargo era realizado por Hugh Dillman, segundo esposo de Anne Thompson. Pero Miss Anne Thompson Dodge cambió de opinión y nunca recogió el automóvil. Este se quedó en el Reino Unido, donde partirá para la India, al ser adquirido por el Rajá de Nanpara. En BélgicaLos locos años veinte y la crisis del 29 marcan la vida de este automóvil, que pasa por varias manos en función de fortunas que nacen y desaparecen. En 1932 se le sitúa en Bélgica y, dos años después, un propietario aún no identificado lleva el Phantom a la compañía de carrocerías Jonckheere cerca de Roeselare, para ser renovado. Aunque Henri Jonckheere construyó su primer automóvil de lujo en 1902, la compañía había pasado a fabricar principalmente carrocerías de autobuses y autocares en la década de 1930. Para esta época el movimiento Streamline está de moda. Fruto de este movimiento nos encontramos modelos con un aspecto de elaborada aerodinámica, que es en realidad más estético que técnico, pero en cualquier caso espectacular. Jonckheere elabora un coupé de líneas fluidas con detalles muy particulares, como el parabrisas plano y muy tumbado, un doble techo de cristal, un radiador de formas particulares (casi un sacrilegio, para los puristas de la marca) y en una posición bastante tumbada, los faros en forma de obús, y una aleta aerodinámica en el centro de la descendente parte posterior de la carrocería (al estilo de un avión), elemento muy utilizado por los carroceros europeos en la década de 1930 y que se puede ver en algunos automóviles de la época como el 1936 Peugeot 402 Andreau o el Bugatti Type 57 SC Atlantic, entre otros. Pero el elemento más característico del trabajo del carrocero flamenco fueron las puertas redondas que le valdrán a este modelo el sobrenombre, en inglés, de “Round Door Rolls”. Por cierto, que las ventanas de estas puertas se dividen verticalmente y se abren como tijeras a medida que se retraen hacia las puertas. Este espectacular Phantom de nada menos que 6,40 metros de largo no gustó entre los seguidores más fieles de la marca fundada por Henry Royce y Charles Stewart Rolls. Sin embargo, esto no sería obstáculo para ganar el Prix d'Honneur en el Concours d'Elegance de Cannes de 1936. Luego pasó por varios propietarios antes de terminar en los Estados Unidos en posesión del magnate de las bombillas de Nueva Inglaterra, Max Bilofsky. A pesar de ser un coche difícil de conducir (entre otros detalles, no tenía luneta trasera), si lo utilizó, pero, eso sí, al volante estaba su chofer. En un depósito de chatarraTras la II Guerra Mundial, el automóvil aparece en un depósito de chatarra de Nueva Jersey a principios de la década de 1950. Un pionero entusiasta de los clásicos y empresario llamado Max Obie descubrió el abandonado Rolls, y lo restauró a su modo. Lo hizo pintar con escamas de oro, inventó una historia de que anteriormente era propiedad del rey Eduardo, quien abdicó para convertirse en el duque de Windsor, y puso el “Royal Rolls “ dorado, de gira por ferias y centros comerciales, cobrando un dólar por sentarse tras su volante. Restauración finalPosteriormente vuelve a pasar por diferentes manos, sin salir de los Estados Unidos. Uno de estos propietarios lo pintaría en un color marfil. En el pico de la burbuja de los coches de colección de principios de la década de 1990, un coleccionista japonés pagó 1,5 millones de dólares por él en una subasta. A partir de ahí cae en el olvido hasta que en 2001 el Petersen Automotive Museum , en Los Ángeles, lo compra y emprende su restauración para devolverle al aspecto que tenía en 1936.
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Continúa leyendo:AnteriorSoybean CarA principios de la década de 1940, Henry Ford experimentó con la fabricación de piezas de plástico para automóviles. Estos experimentos dieron como resultado lo que se describió como un "coche de plástico hecho de soya". Aunque este automóvil nunca llegó a formar parte de las colecciones del museo, sigue siendo un buen ejemplo de diseño innovador. SiguienteDetroit ElectricLa combustión acabó ganando la batalla, pero no fue porque no se intentó. En los inicios del automóvil la electricidad era una de las fuentes de energía más avanzadas y con un potencial de evolución espectacular; era la energía del futuro y gente como Nikola Tesla hicieron lo posible para que fuera realidad. Es más, todos los sistemas eléctricos que tenemos actualmente, o al menos la base de su desarrollo, se inventaron en aquellos lejanos años de inicios del Siglo XX. |